Mis dulces 666
Fue a celebrar su cumpleaños 666.
En aquel lugar alejado, tan escondido, tan húmedo y frío.
El día que nació y murió, se llevo su mochila llena de fuego.
Quería recorrer esas escaleras infinitas una y otra vez, derramarse en los troncos y chuecas de los árboles, deslizarse en el tapiz de las hojas…y tomar agua en una copa de cristal para reír, para llorar, para sentirse bosque y gravedad.
Fumar en soledad y buscar planetas, sentir tu presencia para escapar.
Se pintó las uñas y los labios de oscura noche, se acurrucó y contó las suaves vértebras de su cuello, pálidas, fuertes bajo la piel.
Y fue justo cuando apagó las velas en el altar de su tarta, que ella se elevó. Y en sus venas la oscura naturaleza corrió, abrió los ojos para mirar el ocaso, el púrpura acabado en el cielo…y murió.